jueves, 30 de julio de 2009

NOSTALGIA DE LA EXPO



Cómo no sentir nostalgia de la Expo, cuando la Expo convirtió el verano del año pasado en una fiesta. Nostalgia de aquella fiesta, en la que Zaragoza se convirtió en una ciudad cosmopolita y emergente. Y yo me lo pasé en grande, o eso me dijeron. Pero ida la Expo, ida Zaragoza también. Fue como un trastorno de felicidad pasajera. Ahora viene el duro mes de agosto, sin fiesta alguna en el horizonte. Sin pabellones, sin risas, sin guiris, sin gente caminando por la noche, sin japoneses, sin autobuses, sin Peret, sin el gran Vilas, y sin vida y con calor mortífero. La Expo tenía que haber servido para que todos los veranos restantes, hasta el día del Juicio Final, Zaragoza se exaltase con alegría e intensidad urbana. Entro en Gran Casa y hay nostalgia de la Expo. Entro en La Seo y hay nostalgia de la Expo. Entro en el cementerio de Torrero y hay nostalgia de la Expo. Entro en mi corazón y hay una Expo embalsamada. Así que ya podemos volver a Salou o a Jaca. Zaragoza retoma la vieja insolación de agosto, una brusca desaparición. Me largo en agosto. Dios no te coja en agosto en Zaragoza. Hubo un año, el 2008, en que Zaragoza vibró en agosto, pero fue un espejismo. Me voy a la playa, tío. Aquí no hay nadie. Lo de todos los veranos. Avenidas con semáforos en ámbar, y ardiendo. El Actur vuelve a ser poligonero. El Ebro vuelve a ser un fantasmilla culebreante. Adiós. Vete a la playa. Acelera ya. Nos vemos en septiembre y ya veremos si nos vemos.
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Columna de MV, publicada en "Heraldo de Aragón", 30-julio-09.

1 comentario:

Fernando dijo...

por eso puse la foto...abrazos.