jueves, 3 de septiembre de 2009

HABITACIONES











En mi habitación de mi hotel de Buenos Aires construí un pequeño hogar. La sábanas de la cama eran de una suavidad maternal. La caja de seguridad era un juguete. Me pasaba todo el rato abriéndola y cerrándola. Me encantaba. Cambiaba las numeraciones. Me inventaba códigos disparatados. No sabía muy bien qué guardar dentro. Una vez se me ocurrió guardar el cepillo de dientes. Otro día guardé un antifaz de los que te dan en los aviones para que duermas. Los mejores antifaces los regalan en la compañía aérea LAN. Además, esta compañía tiene las azafatas más guapas del mundo. Y se ponen mucho, mucho maquillaje.




En mi habitación de mi hotel de Lima una noche a las tres de la mañana me despertaron unos turistas que gritaban y que preguntaban por sus maletas y esas cosas. Salí de mi habitación en calzoncillos y los mandé callar. Al día siguiente, una señora norteamericana, que presenció mi hazaña en silencio y en secreto, me dio las gracias por mandar callar a los turistas gritones. Ah, qué divertido fue salir en calzoncillos con una causa justa en la boca.




Me gustaba mucho mi cuarto de baño de mi habitación de Lima. Me quedaba allí un rato todas las mañanas, sentado en la bañera, pensando en mi vida.
Procuro siempre no deshacer demasiado la cama. Es un homenaje especial a la camarera. Pienso en la camarera que tiene que hacer mi habitación y pienso que ella también pensará en mí, pensará "este señor no se ha movido en toda la noche, este señor posee un cuerpo inmóvil."
He de confesar -dada mi naturaleza adictiva, médicamente diagnosticada- que me está costando superar mi abstinencia de Pisco Sour. Me pareció que el Pisco Sour era la bebida de mi vida. La que me estaba esperando desde que nací.

4 comentarios:

Dillinger dijo...

Estas habitaciones de hotel me recuerdan a aquello que hizo Sophie Calle de trabajar como chica de la limpieza de un hotel para poder fotografiar las habitaciones y las pertenencias de los ocupantes de las mismas, para después hacer varias obras con todo lo que allí recogió. Obras interesantísimas, desde mi punto de vista. Yo, desde que sé eso, no puedo estar en una habitación sin pensar si Sophie Calle estará camuflada fotografiando mi neceser.
Un saludo.

No he probado el Pisco Sur. Y quiero.

¿Y a qué sabrá?

Un saludo y un disparo de Dillinger.

Griselda García dijo...

Me genera mucha ternura cómo escribís. Cariños desde Buenos Aires.
:))

Adolfo Cueto dijo...

Pues la cama de la segunda foto está como de revolcón...

Saludos,

AC

Raúl dijo...

Las habitaciónes de los hoteles, son algo así como lo único estable en medio de un tránsito. Una isla en medio de la mar océana.
Un saludo.